No hay duda, la presentación de Ryan Gosling durante la ceremonia de los premios Oscar, ya pasó a la historia como una de las más emotivas y de mayor recordación en los últimos años. Este show merece un capítulo aparte, pues no solo fue el performance de una canción que ya es un hit y un himno salido de la banda sonora de Barbie, también fue la unión del cine, la música y la cultura pop.
Para empezar, bendito sea el cine que nos da escenas hermosas y memorables para recordarlas y, en el mejor de los casos, homenajearlas. Tal y como ocurrió en esta gala, el show de I´m just Ken tuvo como referente a la escena de la canción Los diamantes son los mejores amigos de las chicas de la película Los caballeros las prefieren rubias. Un clásico del cine del Hollywood de los cincuenta; la escena original está protagonizada por Marilyn Monroe quien luce un vestido strapless color magenta y despliega lo mejor de sus dotes actorales y musicales para darnos un momento que ha sido emulado una y otra vez, para la muestra, solo basta hacer flashback y recordar el video de Material Girl de Madonna.
Ahora bien, el show de Ryan Gosling durante los Óscar recreó la escenografía, el vestuario e incluso la coreografía de una escena clásica del cine, pero además, hizo el paralelo entre dos personajes claves de la cultura pop norteamericana: Marilyn Monroe y Ken. Ambos, subestimados por muchos, pues no hay que olvidar el lastre que Marilyn vivió por cuenta del rótulo de su belleza y, en consecuencia, sus enormes esfuerzos por demostrarle a la crítica y el gremio del séptimo arte, sus capacidades actorales y, por supuesto, su inteligencia. Por su parte, la historia de Ken está determinada por Barbie, es decir, Ken es una consecuencia secundaria de Barbie, punto que en la película de Greta Gerwing queda claro, tanto así, que precisamente la transformación de este personaje se roba el show durante el film: su despertar al mundo real, su búsqueda de identidad, su humanidad y su vulnerabilidad a partir del concepto del patriarcado, lo convierten en un ser encantador.
Durante la transmisión del show todos estábamos pegados de las pantallas extasiados viendo semejante montaje, divirtiéndonos al máximo con la canción, los bailarines y cada gesto del guapísimo Ryan Gosling. Mientras tanto, al interior del teatro Dolby de Los Ángeles, donde ocurría el evento, los asistentes de pie estaban bailando y gozando la mejor actuación de la noche. Martin Scorsese se puso de pie, no se perdió ningún detalle y aplaudió, una escena que quedó registrada en las redes de su hija Francesca, quien también disfrutó aquel momento y, más aún, cuando a Ryan Gosling y su grupo de bailarines, se unió en el escenario Slash, guitarrista de Guns N’ Roses, quien en sí mismo es un símbolo del rock y su presencia tiene la virtud consagrar momentos musicales de cuenta de 25 segundos de un solo de guitarra.
Después de la celebración número 96 de los Óscar, nos llevamos un momento que rápidamente se viralizó y, no precisamente porque un marido enfurecido le diera un puño al presentador de turno en una transmisión en vivo, sino por cuenta de la suma de referentes estéticos, cinematográficos, musicales y culturales del siglo XX en pleno siglo XXI. Me emocionó ver cómo las redes sociales, esas en la que la gente poco lee, se inundaron de imágenes del show de I’m just Ken y, cómo paulatinamente, los aterrizajes de lo que allí pasó, probablemente remitió a muchos centennials a leer e indagar sobre lo que vieron. Eso ya es un logro. Por ahora, quedemos con Ken y su gran mérito: convertirse en una estrella a partir de su humanidad.
Los dejo con un tema que ya muchos amamos: I´m just Ken, disfrútenlo y denle play cada vez que busquen razones para reconciliarse con lo que son: