HABLEMOS DE SALTBURN | CINE & MODA

Leer con precaución: ¡alerta de spoilers!

Siempre he pensado que el gran mérito de una película, o el arte en general, es la capacidad que tienen de quedarse contigo después de verlos o apreciarlos.  En cuanto al cine, por ejemplo: recordar escenas, locaciones, diálogos, personajes, gestos, canciones y, por supuesto, en mi caso, leer el vestuario de los protagonistas es la mejor señal de que esa historia en particular movió algo en mí.  Así que, en este artículo, les comparto por qué quiero que Hablemos de Saltburn

Intro

¿De qué se trata Saltburn?

Imaginen la universidad de Oxford en 2006; la primera década del siglo XXI alberga a un grupo de estudiantes llenos de la influencia estética de la época; un poco alternos, un tanto indies, un toque technos; pero además está su condición innata: clasistas, nepotistas, muchos burgueses y otros obviamente, aristócratas.  Allí, aparece un nuevo estudiante, llamado Oliver, con poco de lo anterior y nada de abolengo en su árbol genealógico.  En lugar de eso, él trae consigo la dosis justa de perversión y arribismo, que le da a esta historia un tono retorcido, obscuro, melodramático y, al mismo tiempo, encantador. 

En la imagen se aprecia a la familia Catton en pleno y justo en la mitad de ellos el recién llegado Oliver.

El cine dentro del cine

Desde que tengo memoria he amado el cine, por eso cuando una película tiene muchos guiños a otras historias, no puedo pasarlo por alto y, mucho más, cuando se hace bien… Para mí, la primera parte de Saltburn, me remitió a Call me by your name, la historia del italiano Luca Guadagnino; para empezar el personaje que llega a la inmensa casa de campo de los protagonistas se llama Oliver, además hay una suerte de enamoramiento, que correspondido o no se da en medio de una enorme casa campestre, sin embrago, el rumbo de la historia es diferente.  Otra alusión fabulosa es al Drácula de Coppola; ¿recuerdan la escena en la que Drácula, en medio de la noche, bebe la sangre de Lucy en uno de los jardines de su mansión?  En Saltburn Oliver se encarga de dejarle claro a la hermana del protagonista que a su manera, él es un vampiro .  Quienes han visto las dos películas me entenderán y asociarán que la escena ocurre en medio de la noche y que el objetivo final en ambos casos es tener el control sobre una víctima.  La siguiente alusión viene de la televisión y no del cine; si estamos hablando de un grupo de jóvenes ingleses en 2006, son fundamentales sus códigos estéticos y claro, su manera de vivir la fiesta y sus excesos, los que quedan plasmados en el film; entonces aparece un guiño a Skins, una verdadera joya de la televisión inglesa que en 2007 causó bastante polémica por su temática arriesgada y escenas explícitas, tanto en las fiestas como en la intimidad de los personajes.  Por último, está la escena final, que termina siendo un sentido homenaje a Risky Bussiness, película en la que Tom Cruise hace un memorable baile en ropa interior, celebrando que sus finanzas empiezan a alzar vuelo.  En Saltburn, la directora lleva esta escena un paso más allá, pues el protagonista, literalmente, lo deja TODO en la pista y lo mejor, es que lo hace al ritmo de Sophie Ellis Bextor y su tema Murder on the Dancefloor, lo que nos lleva a otro punto clave de este film: la música.

Esta escena tiene alusiones al Drácula de Coppola, especialmente, aquella en la que el vampiro bebe por primera vez la sangre de Lucy.

Una banda sonora imperdible

Cuando pienso en la primera década del siglo XXI, no puedo evitar recordar la música de ese momento; la misma que aquí cumple un rol clave. Por ejemplo, como intertexto cuando Elspeth Catton, una de las protagonistas, escucha a Pulp y expresa con sarcasmo que existía el rumor de que Common People, un hit del grupo, fue inspirado en ella.  La letra de la canción claramente describe a su personaje “You’ll never live like common people…” (Un paréntesis: ¿quiénes aquí han tenido la fortuna de disfrutarse a Pulp?) 

Ahora bien, la banda sonora de Saltburn es una verdadera delicia, que va desde MGTM con Time to Pretend, pasando por Arcade Fire con No car Go y llegando a momentos icónicos como la fiesta de karaoke, en la que ocurre una pequeña batalla musical en la que predomina la ironía y en la cual, las armas son las canciones, es aquí cuando Oliver elige mi canción favorita de Pet Shop Boys: The Rent. Un momento climax de la peli.

Como espectador, mientras ves Saltburn, te dan ganas de bailar, vivir la noche y disfrutar una buena fiesta. Los protagonistas de esta historia lo sintieron igual, la diferencia es que sin saberlo, quedaron atrapados en una densa red.

Un vestuario lleno del esnobismo dosmilero

Si de códigos vestimentarios se trata, Saltburn nos hace un buen recuento.  En Oxford, por ejemplo, el look desenfado y al mismo tiempo refinado de Felix y su grupo, está lleno de camisetas Ralph Lauren y jeans de marcas populares; un estilismo que une los infaltables de alto costo con la irreverencia de las texturas y las siluetas del momento. Por su parte, los estudiantes “common people” reflejan claramente que lo son, con un look bajo perfil y sin nada de pretensiones.  En la mansión Catton, los trajes formales para cenar son una regla y resulta muy interesante ver cómo Oliver cambia paulatinamente su gestualidad a partir del uso de estos trajes; su manera de sentarse, de mirar e interactuar con los otros empieza a mutar, pasa de ser la mascota de Felix a ser quien maneja los hilos de la situación.  Si bien, el estilismo de los personajes está muy claro desde el vestuario en toda la película, es en las fiestas donde se aprecia un mayor detalle y configuración el carácter de todos. Un buen ejemplo de ello es la fiesta de cumpleaños de Oliver, aquí el código de vestuario fue Sueño de una Noche de Verano, un desafío que la diseñadora de vestuario para cine y televisión, Sophie Canale, asumió y superó con creces al vestir a los protagonistas y 300 extras para la secuencia de la fiesta.  Para ello usó un vestido de Valentino clásico, tocados, alas, redes, armaduras y piezas bordadas, entre otras, que hicieron parte de una extensa selección para recrear una versión dosmilera del clásico de Shekesperare.  Canale, sabía que su objetivo era reflejar el estado mental de cada uno de los personajes: Felix un ángel en camisilla y jeans de Abercrombi; Oliver un fauno con grandes cuernos en un traje bordado; Elspeth Catton en un traje dorado de Valentino como la reina del castillo…

La fiesta de cumpleaños de Oliver exhibe en el vestuario y la decoración todo el derroche propio de la familia Catton. Un arduo trabajo para los equipos de vestuario y arte, que vistieron a más de 300 extras para esta secuencia y decoraron los salones, jardines y diseñaron un jardín con laberinto.

Una verdadera lección de dirección de arte

Ambientada de manera impecable, Saltburn, tiene una dirección de arte que no omite detalle, especialmente, en la enorme mansión de la familia Catton, lugar donde en gran medida se desarrolla la trama.  Allí, la opulencia de la aristocracia inglesa se materializa en enormes salones, bibliotecas infinitas, habitaciones con muebles del siglo XVIII intervenidas con cierto halo pop, además de jardines y estanques que perfectamente podrían hacer parte de un relato de Jean Austen.  La fotografía tiene un mix entre la ensoñación de la campiña inglesa, el drama intrínseco de la historia y el vértigo de la estética Y2K; de tal forma que, entre escena y escena, el tono visual se alinea con la narrativa, la interacción de los personajes y sus silencios.

Ya lo saben, esta peli es una joyita para ver, deleitarse y disfrutar los sentidos.

¡Cuéntenme cuando la vean, todos sus comentarios son bienvenidos!

Aquí un bonus track, la banda sonora de Saltburn.