Estaba claro que Colombiamoda 2013, en su versión número 24, representaba no solo un reto para Inexmoda, sino una suerte de laboratorio para diferentes representantes de los sectores textil, confección y moda. En esta oportunidad nos encontramos con una feria recargada de información, participantes, visitantes, y finalmente, con un evento que en materia de dineros fue todo un éxito al sobrepasar la expectativa de negocios inicial: 137.7 millones de dólares, y alcanzar los 250 millones de dólares; una cifra con la que se cerró el último día de feria: la prueba más contundente del movimiento positivo de la registradora.
En este sentido, dicho laboratorio salió muy bien librado, y para ello resultó más que estratégica la unión de Inexmoda y sus ferias Colombiamoda y Textiles 2 (que se realizaba por primera vez) con Cedemoda y su feria Moda para el Mundo. Una alianza, cuyo anuncio fue considerado por muchos como un sacrilegio, mientras que para otros era la consecuencia lógica de un paso que había que dar; y para otros más cautos, un hecho impredecible que generaba gran expectativa ante lo que podía ocurrir.
Lo cierto es que una vez se abrieron las puertas, estuvieron así durante tres días, la gente accedió a un espacio en el que se puso en marcha, más allá de los formalismos, una real articulación entre las bases para establecer un sistema de moda en nuestro país. Este hecho dejó bien parado en términos de coherencia discursiva a Inexmoda, que desde hace dos años promueve esta consigna y que aprovechó las crecientes coyunturas económicas que viven los sectores textil, confección y moda para finiquitar una unión que puede ser el inicio de la consolidación de un Sistema Moda en Colombia. Finalmente, no tenía mucho sentido que en Medellín, la casa del Instituto para la Exportación y la Moda, se realizaran de forma antagónica dos ferias de moda durante la misma semana. Ya unidas, viene un proceso de ajuste y retroalimentación, que considero se dará de forma paulatina, y que por el bien del sector, ojalá incluya actividades de formación y cualificación que reúnan por igual a los empresarios y diseñadores que hicieron parte de esta feria. Es decir, que la unión se mantenga en el tiempo y que las ganancias se reinviertan en el conocimiento del sector, las necesidades del consumidor, la adaptación de las tendencias, la cualificación del producto, la innovación y la competitividad en el mercado.
En cuanto a las pasarelas, este año definitivamente las marcas patrocinadoras no se comieron vivos a los diseñadores, es decir, los desfiles no fueron comerciales simultáneos y la ropa que es finalmente lo que uno ve, quedó expuesta cómo debe ser. Sin embargo, me queda la duda de los mecanismos de selección de los diseñadores por parte de los patrocinadores: ¿qué tanto hay de lobby para conseguir un buen patrocinador? y ¿qué tanto hay de seguimiento y curaduría por parte de los patrocinadores para elegir a un buen diseñador? Este par de cuestionamientos se traduce, para mí, de manera sencilla, y es que una pasarela patrocinada debería ser el reconocimiento al trabajo constante de una marca y del diseñador, pues solo bastaría seguir con rigurosidad la trayectoria del trabajo para entender que el talento también está unido a la capacidad de sostenibilidad y de producción de una firma, una tarea que en nuestro medio no es fácil y que debería ser un punto a favor a la hora de apoyar un desfile en la feria de moda más importante del país.
Sobre las marcas que empiezan, fue un gusto ver el cuidado y la calidad de Whisper & Loud, Mon & Velarde, Manuela Álvarez y las uniones que se gestaron entre A New Cross (por segunda vez en la feria) y Bastardo, además de Natalia Londoño, junto a Tomás Montoya y su marca La Coquito y el calzado de Todo un Cuento. En estos casos, la novedad fue proporcional a la vitalidad, lo que se tradujo en unas colecciones propositivas en las que vale la pena destacar la construcción de nuevos lenguajes en nuestro medio.
Mal por Francesca Miranda, al parecer San Agustín como tema se le salió de las manos y la ejecución de la colección completa fue desarticulada. El styling de las modelos se asemejaba a un malogrado look de una Elsa Lanchester en la Novia de Frankenstein y la ambientación de la pasarela resultó recargada y confusa.
Por otro lado, ver nuevamente en Colombiamoda la propuesta de Adriana Santacruz fue reconocer no solo su trabajo honesto, sino además, lleno de potencial y talento; porque ésta, es de lejos, la firma con raíces ancestrales y componentes de moda que mejor fusiona estos dos aspectos en Colombia.
El nivel de las pasarelas, en general, fue superior con respecto al año anterior, y casos como el de Polite o Renata Lozano confirman la propiedad, armonía y factura, con la que ambas firmas asumen su trabajo. Estas dos pasarelas tuvieron un perfil alto y congruencia con su línea de diseño; fue placentero ver pasar uno a uno los looks y ver claramente, no solo un estilo, sino también el interés por la exploración, por ir cada vez un poco más allá, sin saturación y en su justa medida.
En cuanto a las alianzas de grandes plataformas como el Éxito y Fallabella con diseñadores colombianos, me gustó que la línea de las firmas se respetara y que de forma equilibrada se conjugara el sello del autor con las necesidades comerciales de estas cadenas.
Sobre el cierre de la feria, a cargo de Silvia Tcherassi, debo confesar que al ver esta colección me sorprendí, pues dejó de lado la fórmula de los volantes y combinaciones predecibles de volúmenes que muchas veces ya había presentado. No hay duda que su fuerte son las telas y que en cuanto a su puesta en escena, se esmeró al máximo en emular una pasarela de factura internacional, esa es quizás su fijación…Sin embargo, necesito dos o tres pasarelas más para entender a esta Silvia Tcherassi que vimos en Colombiamoda 2013, ¿esto es un replanteamiento de su trabajo? o ¿es una pasarela aislada? Sin duda fue bien ejecutada, pero, por lo pronto, habrá que esperar lo próximo que plantee.
Para finalizar, una acotación, esta vez sobre un aspecto relacionado con la producción de las pasarelas: el juego limpio entre las empresas productoras de los desfiles. Considero que es maravilloso que haya en el mercado muchas opciones para escoger, esto sin duda cualifica el trabajo. Pero las tarifas deben ser equitativas para todos, y mucho más en una feria seria como Colombiamoda. La competencia debe darse desde la calidad del trabajo y no caer en la mágica oferta del dos por uno o paquetes que resultan irresistibles para muchos clientes, tácticas desafortunadas que van en contravía con los estándares que habitualmente se manejan. En este sentido, pienso que debería existir un seguimiento por parte de Inexmoda, pues lo importante es tener pasarelas de buena calidad y no fórmulas de venta de servicios que favorezcan durante tres días a unos pocos y que perjudiquen el trabajo de muchas otras empresas productoras en el país.
En general, bien por esta versión de la feria, y mucho mejor por Inexmoda, por su visión de negocio y de cualificación de una semana de la moda que cada vez se visibiliza de manera más potente fuera del país, pero que además, sentó en esta oportunidad las bases para construir un Sistema Moda en Colombia.
Créditos:
Fotografías: Sebastián Quintero
Asistencia: Juan Camilo Múñoz