Ricardo Interpolado

Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.
Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.

La primera vez que vi a Ricardo Domínguez fue durante una pasarela en la que él participó como modelo.  En esa oportunidad, su cabello largo estaba recogido y sus pómulos prominentes estaban aún más acentuados por el maquillaje.  Lucía un pantalón, una camisilla, un blazer y un tutú; todos de color negro.  A medida que recorrió la pasarela, las cámaras y las miradas lo siguieron atentas; y esta vez, además de detenerse en las características de las prendas, los asistentes fueron objeto de un juego en el que las apariencias transcendieron los estándares de los modelos en una pasarela en Colombia.  No en vano, minutos antes en el backstage, una periodista le había preguntado al otro modelo hombre cómo se sentía al ser la única cuota masculina en el desfile.  Esta suerte de confusión visual no era gratuita y encajó de maravilla con el gusto que siente Ricardo por engañar la mirada de quienes lo ven.

Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.
Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.

Elegirlo a él para llevar un tutú, prenda tradicionalmente usada por las mujeres, no fue algo casual, no cualquiera lo podía hacer,  pues en primera instancia se requería una figura que no se convirtiera en una caricatura, que llevara con altura semejante look, en la que se diluyera al máximo esas fronteras naturales y de imaginarios que prevalecen en nuestro medio entre lo femenino y lo masculino; y por todo ello, cuestionara a quienes lo vieran. Así, ése día, por primera vez, se presentaba de manera deliberada en nuestro país a un modelo cuyo aspecto y vestuario daban por sentado una imagen andrógina.

Ricardo ama las metáforas y le aburre restringirse a las reglas de los demás; quizás por esto, no es gratuito que su imagen no pase desapercibida y que generalmente las miradas de los otros se posen sobre él dos y más veces.  Su figura delgada y alta, su pelo largo con aires noventeros, pero sobre todo, sus facciones de pómulos salientes, su mirada limpia y sus labios carnosos, han hecho de su figura, no solo un personaje atrayente sino también un modelo con gran potencial.  Actividad a la que no tardó en llegar, pues desde muy joven ya era el objeto del lente de sus amigos.  Hoy, Ricardo dedica parte de su tiempo al modelaje y, como era de esperarse, su aspecto andrógino prevalece y lo convierte en el primer modelo que en nuestro país posee este perfil. Una característica que él reconoce como la más evidente, pero que no está por encima de sus ganas cada vez que se le reta mediante un proyecto de moda, pues ama ser polifacético y que le exijan renovarse.  No en vano me dice: “Yo veo un click como una oportunidad para  innovar.  Click, foto, click, foto”, mientras hace el gesto de obturar una cámara.

En su vida y en su ejercicio como modelo, Ricardo tiene claro que su femenino está asociado totalmente a su capacidad para cambiar; y su masculino, a la fuerza de voluntad. Me queda claro que no le teme a las convenciones culturales que establecen los arbitrarios límites entre los aspectos de una mujer y el de un hombre; quizás porque no está concentrado en ellos, pues le resultan una convención más de esas que le aburren y lo harían genérico y no singular… Fiel a esta forma de sentir, día a día, gana oportunidades para jugar a ser otro y darse el lujo de cruzar la línea de género, mimetizarse o convertirse en el personaje que su pasión por el teatro le demande, los diseñadores le indiquen, el fotógrafo le proponga o su estado de ánimo le mueva a sentir.

Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.
Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.

Conocer a Ricardo y verlo en el marco del contexto de la moda colombiana me lleva a pensar, sin duda alguna, en lo paradójico de la situación, es decir, él desde su imagen le ofrece otras perspectivas a un medio que ha sometido el perfil de los modelos más a las necesidades comerciales que a las múltiples posibilidades que ellos podrían ofrecer al renovar y generar otras visiones estéticas con las que la misma industria podría nutrirse.  Que entre otras, no son una novedad, pues en el caso concreto de la androginia, son muchos los ejemplos internacionales que han hecho parte de un grupo que le ha aportado a la moda una cuota en la que el cuestionamiento sobre la  naturaleza de las prendas se pone de manifiesto, por mencionar solo uno de los aspectos a tener en cuenta.

Por otro lado, es preciso referirse al asunto de la mirada local sobre la androginia, que curiosamente, está sesgada, pues se trata de rasgos físicos que desdibujan, como ya lo mencioné, las características de un hombre o una mujer, pero que no se acentúan hasta el punto de presentar un disfraz mal logrado.

Así pues, en tiempos en los que la moda en Colombia pretende solidificarse y cualificarse como sistema, un personaje como Ricardo Domínguez, refresca al menos una de sus aristas: el convencionalismo de género, al retarlo y dejarse retar con altivez y generar entonces, productos diferenciados, capaces de explorar otros terrenos en los que la ganancia se refleje desde el lenguaje y la evolución del mismo.

Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.
Fotografía: ESTUDIO SILVA MORENO.

Nota especial : A Dress to Kill le agradece al ESTUDIO SILVA MORENO por su talento, pasión, energía, entusiasmo, apoyo y, especialmente, por su mirada; esa que dio como resultado las fotografías que ilustran este artículo.  A Juan, José y Valentina gracias por abrirnos las puertas de su estudio y de su hogar.

Créditos

Producción   A Dress to Kill

Maquillaje: Zarita Hernández  / zaritahernandezr@gmail.com

Fotografía y Dirección de Arte: ESTUDIO SILVA MORENOhttps://silvamoreno.tumblr.com/

Agradecimientos:  William Cruz – Primitive Colors