HACE QUINCE AÑOS CATALINA ECHEVERRI CREÓ PILÚ

Recolecciones, viajes y lecturas hechas joyas

Conocí a Catalina Echeverri hace trece años, en ese momento Pilú su marca de joyería, llevaba dos años en el mercado y había empezado a llamar la atención de muchos, pues sus piezas seguían una particular línea figurativa, en la cual, la naturaleza estaba en primer plano.  Eso, sin duda, representó un punto clave que hizo de Pilú una propuesta que la gente observara con calma y detalle; aves, insectos, semillas y plantas empezaron a configurar un universo, originado en la sensibilidad de Cata y su interpretación de aquello que la conmueve y la apasiona: las recolecciones, la naturaleza, los viajes, las lecturas… Escucha en mi podcast A Dress to Kill by Maria Teresa Mesa, la conversación completa que dio origen a este artículo.  

Catalina Echeverri es administradora de negocios y tiene una especialización en mercadeo, inició Pilú como un hobby y una catarsis creativa. Hoy, quince años después, Pilú es su proyecto profesional. Foto cortesía Pilú

Pilú empezó como un hoobie, pero con el pasar del tiempo se convirtió en el proyecto de vida de Cata. Ella ejerció como ejecutiva de importantes compañías en Colombia y con frecuencia su catarsis creativa y manual consistía en encerrarse durante horas a trabajar en su taller de joyería y poner en movimiento esa otra energía que se acumulaba en sus manos y su mente.  No en vano, cuando era pequeña tenía un sueño recurrente; soñaba que estaba acostada boca arriba y sus manos empezaban a crecer sin control, de hecho en el sueño, le pesaban tanto, que se despertaba muy alterada.  Tiempo después entendió que esa era la forma cómo su inconsciente le mostraba el enorme potencial que tenía en sus manos y la importancia de canalizarlo.  Como diría Charlie, un gran amigo mío: “el inconsciente es muy bonito”. 

Hoy, quince años después, Cata ha hecho de Pliú su proyecto profesional y en él, no solo ha plasmado su faceta creativa, también su enorme talento para administrar y, es aquí donde aparecen sus enormes habilidades para hacer “poemas en Excel”, sí, leyeron bien: “poemas en Excel”; porque Cata traduce en números, porcentajes y fórmulas, gran parte del racional de su marca, es más, le ha enseñado a su equipo a entender y traducir en cifras y datos, lo que ocurre en el día a día de Pilú.  Además, desde su doble rol administrativo y creativo, entiende y define qué tanto riesgo puede tomar la marca; como Chiribiquete, una de las colecciones más exitosas de Pilú. De hecho, estábamos en medio de la pandemia y Cata, hizo parte de un proyecto de lectura colectiva, liderado por Helena Aguilar, una de las grandes maestras de joyería de nuestro país, en el cual se realizó un abordaje del libro Chiribiquete – La Maloka Cósmica de los Hombre Jaguar del antropólogo Carlos Castaño Uribe.  Varios joyeros participaron en el proyecto e hicieron una interpretación de algún aspecto del libro. Cata eligió la parte dedicada a las plantas enteógenas: el yagé, la virola y el yopo; y los animales tutelares: el jaguar, el venado y la guacamaya.  Para Pilú esta colección fue un riesgo total, porque era la primera vez que incursionaba en la técnica de la forja, que es darle forma a las piezas a través de los golpes con el martillo.  Otro ingrediente de riesgo fue la narrativa estética, que dio un salto e incorporó nuevos elementos y símbolos al lenguaje de Pilú y, adicionalmente, para hacer esta colección un verdadero salto de bungee jumping, los precios fueron inesperados en plena pandemia, por ejemplo, si habitualmente un collar se vendía por X, los collares de esta colección tenían un pecio de 5X. Cata, literalmente, temblaba cuando se lanzó la colección, pues de las ventas dependían los sueldos del equipo y el sostenimiento de la marca, en medio de uno de los momentos más retadores que, a nivel mundial, se han vivido recientemente.  Una vez al aire, resultado fue un hit o como la misma Cata lo dice: una bomba. Una verdadera combinación de muchos factores en medio de un momento coyuntural, que hicieron de Chiribiquete una de las colecciones más impactantes de Pilú.  Una historia de la que hice parte activa, tal y como ya lo había hecho en varias colecciones anteriores.  Aquí, desde Chavela Vargas hasta Frida Kahlo, hicieron parte del aterrizaje conceptual que realicé para la dirección de arte y el estilismo de una colección llena de misticismo y simbología; una narrativa que nos envolvió para crear junto a Felipe Cuartas, desde la fotografía, imágenes potentes con la dosis justa que unió la magia milenaria que inspiró la colección con el encanto estético de una joya para lucir hoy y siempre.

En números quince años son 5475 días desde el inicio de la cronología Pilú; si hablamos de cuadros de Excel, seguramente son muchas tablas las que Cata ha creado para calcular, proyectar y revisar la rentabilidad y la solidez de su marca.  En recolecciones estoy segura que no hay una cuenta exacta hasta el momento de piedras, plantas, hojas, palitos, insumos e imágenes que Cata ha guardado para el universo de Pilú o, mejor aún, de las recolecciones que las personas hacen para llevarle a Cata, porque se ha abierto una conexión emocional y yo diría estética, entre el lenguaje de la marca y sus seguidores, quienes comparten con Cata, sus hallazgos de hojas, piedras o plantas para traducirlos en joyas, es decir, su mirada se ha afinado para asociar diferentes manifestaciones de la naturaleza con una joya. Y, finalmente, si hablamos de Pilú, tenemos que darle espacio a lo intangible, a ese bello equilibrio entre el lenguaje de la marca y las emociones que las piezas de Pilú despiertan.

Escucha en mi podcast A Dress to Kill by Maria Teresa Mesa, la conversación completa que dio origen a este artículo: