Con este post iniciamos una serie de varias entregas dedicadas a presentarles algunos momentos de Colombiamoda 2013.
En esta oportunidad acompañados por el fotógrafo Sebastián Quintero, unimos ambas miradas y este es el resultado: Imagen y contenido que se conjugan para contar nuestra visión sobre la feria.
Para este primer artículo, las fotografías realizadas por Sebastián Quintero sobre la pasarela de Haider Ackermann enfatizan las siluetas y las texturas, aspectos claves en el trabajo del diseñador. En las imágenes se ve claramente la importancia que las sedas y el cuero tienen en sus trajes.
Fotográficamente, el sutil juego de las telas al aire y la atmosfera llena de claros oscuros prevalece y acentúa la ambigüedad a la que tiende una y otra vez el trabajo de Haider Ackermann.
LA ESTELA DE ACKERMANN
El desfile de Haider Ackermann en el marco de Colombiamoda 2013 fue una pieza poética, que representa el espíritu sensible de un hombre que está construyendo un lenguaje e intenta encontrarse a sí mismo a través del vestuario que crea.
Tal y como Ackermann afirmó durante su primera visita a nuestro país en el 2012; Colombia era para él un misterio por descubrir y sin duda, lo que se vivió el pasado 22 de julio en la noche, representó no solo una excelsa muestra de moda, sino además, una semblanza del diseñador y del individuo, quien a su manera, decide acoger a Colombia y hacerla parte de su memoria. Fueron doce minutos en los que cada detalle, preparados con un año de anticipación, representaron de modo fiel la mística que rodea el trabajo de Haider Ackermann.
La oscuridad se tomó el recinto, el humo invadió la pasarela y un haz de luz iluminó la entrada de Saskia de Brauw, quien abrió el desfile. La música lenta y clásica resonó en el espacio y acompañó el andar pausado y fuerte de cada una de las modelos. Salida tras salida, aparecían trajes y piezas que ponían de manifiesto momentos inolvidables de la carrera del diseñador; una selección en la que él, como los asistentes, revivieron aquellos estados de ánimo que ha sentido la mujer a la que Ackermann viste. Pero al mismo tiempo, esta pasarela fue un viaje por las tierras que él ha transitado y que tanto han influido en su propuesta; gracias a su mirada, los asistentes pudieron ver de una forma sutil a la gente que las habita y la prendas que los cubren, todo envuelto en un halo del más exquisito prêt-à–porter.
A la música se suma la voz grave de Leonard Cohen, el poeta y músico, le brindan a ese momento toques de nostalgia, romance e intensa humanidad… “¿Quién más que tú podría llevarme a mil besos de profundidad?”, decía el poema y ¿quién más que Haider Ackermann podría llevar a los espectadores de esa noche a sentirse tan cerca de él?.
El clímax de toda la historia que rodeó la visita de Ackermann a Colombia ocurrió justo allí, y para eso no fueron necesarias las palabras del autor, ni cientos de entrevistas. Solo bastó permitirle hacer lo que mejor sabe; expresarse a través de una puesta en escena en la que su sensibilidad y talento estaban de manifiesto de principio a fin. Sin duda, un ejercicio que cumplía con una doble intención; la primera fue generar la atmosfera adecuada para que los gestos y la actitud de las modelos correspondiesen a una mujer que está por encima de sus prendas y que vive cierto momento emocional. La segunda, del todo personal, es el hecho de reafirmar que su comunicación no requiere palabras y que para expresarse su medio ideal es una pasarela en la que cohesiona su experticia como diseñador y su introspección como ser humano; el resultado es una obra auténtica llena de significados. No en vano, al referirse sobre su trabajo en una entrevista a su gran amiga, la actriz Tilda Swinton, Ackermann afirmó: “quizás tengo algo que decir”.
Créditos
Fotografía: Sebastián QuinteroAsistencia: Juan Camilo Múñoz
sebastianquintero.com